LA VERDADERA HISTORIA DE AMOR ENTRE EPI Y BLAS

Todos aquellos que hemos pasado de los 30, recordamos con cariño a esos inseparables amigos que nos alegraban las tardes después del cole. Eran años de cuadernos rubio, bocatas de nocilla y barrio Sesamo. Con Epi y Blas, Coco y compañía, enseñándonos  a contar, a sumar y...¿a ser gays?.

Parece que se ha puesto de moda el denunciar supuestos escándalos homosexuales entre personajes infantiles. Ya pasó con el teletubbie morado, con los pitufos y como no, con nuestro tomate y limón favoritos.

Los exclarecedores argumentos que nos revelan la tendencia sexual de estos simpáticos personajes, los hemos encontrado en este blog y no admiten discusión alguna.
 ¡Son maricas porque viven juntos!

En ese caso. ¿Las hermanas de Marge Simpson son lesbianas y además incestuosas? Más de uno dirá que si.

Lo que está claro es que conclusiones de este tipo no se sacan así por las buenas. Hay determinados factores que llevan a una persona a razonar así. Veamos algunos de ellos.

1.Demasiado tiempo libre.

Pasar demasiadas horas desocupado le brinda a uno la posibilidad de desarrollar las gilipolleces que se tienen en la cabeza. A algunos nos da por hacer blogs y a otros les da por buscar maricas en todas partes.

2.Piensa el ladrón que todos son de su condición.

Ponte en su lugar. Un hombre casado y (supuestamente) padre de dos criaturitas. Trabajador y buen cristiano pero que por las noches se excita soñando con cientos de penes que brotan de los arboles.
Es esa clase de personas que cuando juega el partidillo del Domingo, se va a duchar en casa por miedo a sufrir una erección al ver a los de su equipo desnudos en las duchas del vestuario.

3.Paranoias del padre/madre primerizo/a.

Supongo que el día que tenga hijos me tendré que tragar estas palabras pero...hay padres que están completamente agilipollados. Piensan que la sociedad intenta corromper a sus retoños alejandolos de la vida cristiana y respetable. Ahora si, que luego el niño no vaya a pedirle que le ayude con los deberes, que la educación es cosa de los maestros.

Lo triste de todo esto, es que los padres que ahora denuncian este supuesto fomento del mariconeo, son las mismas personas que treinta años atras merendaban su rebanada de pan con mantequilla y azucar mientras disfrutaban con los personajes de barrio Sesamo sin importarles sus tendencias sexuales, políticas o religiosas.