CUENTOS IMPOPULARES:HANSEL Y GRETEL

Érase una vez, queridos niños, una familia tan pobre que se tenían que pelear con los gatos de la calle por las raspas del pescado. El padre se gastaba el sueldo en vino y mujeres de las que fuman en boquilla larga, y la madre hurgaba con un cuchillo en la hucha de los niños para poderse ir al bingo.

El mayor de los muchachos, un joven de pocas luces y poligonero en sus ratos libres, se llamaba Hansel y era conocido en el barrio por vender fotos de su hermana Gretel en pelotas, a los chavales de su clase para que se entretuviesen en algo más que en leer hazme el humor.

Gretel, por su parte, era algo más lista, y en cuanto empezaron a crecerle las tetitas no volvió a quedarse sin calimocho en un botellón.

Un día, llegaron unos sicarios a reclamarle una deuda de juego al padre de las criaturas y éste, que no tenía un chavo, les propuso que a cambio podían llevarse a los niños para explotarles sexualmente. La madre en un principio se opuso un poco, pero tras la promesa de recibir a cambio unos cartones gratis, secundó la moción.

Al llegar la fecha señalada, despertaron a los nenes de madrugada para no darles tiempo a espabilarse y se pusieron en camino.

-¿A donde vamos,mami?-Preguntó Gretel al rato.

-Eh...A disneylandia, bonita. venga, sigue durmiendo.

Hansel, que sabía que a Disneylandia no se iba en furgoneta, sospechó que algo malo pasaba y decidió sacar el paquete de Ducados e ir tirando uno a uno los cigarrillos para señalar el camino de vuelta.

Sea como fuera que fuese, a la madre se le escapó que les iban a vender a unos proxenetas y decidieron saltar de la furgoneta en marcha. Como estamos en tiempos de crisis, de los ducados no quedaban ni las colillas por lo que nuestros héroes estaban perdidos.

Tras deambular por callejones y garitos de mala muerte, percibieron salir de la ventana de una casa un olor que les resultó familiar.

-¡Canutos!-exclamaron al unísono.

El olor a cannabis hizo que se atrevieran a colarse por la ventana y una vez dentro observaron maravillados una montaña de hachís.

-Guau, se podría decir que estamos en una casa de chocolate- dijo Gretel divertida.

Cuatro canutos y media botella de anis más tarde. Escucharon la puerta de la casa abrirse y vieron como entraba una mujer bastante fea y con pinta de que la vida le había tratado muy mal. Ésta, al verlos, puso el grito en el cielo-

-¡Malajes, pandilleros, kinkis!. Que me se estáis fumando lo mío. Como pille la escoba os voy a sacudir a base de bien.

-Cállate cara bruja- Replicó Hansel-Que con el pedo que llevamos no estamos para sermones.

De lo que aconteció después, ninguno de los chicos quiso hacer declaraciones. Pero en los mentideros se comenta que la vieja estaba muy falta de cariño y que prometió no denunciar a los hermanos por allanamiento de morada a cambio de que estos le hicieran cositas de mayores.

Y supongo que después vivirían felices y todo eso.